Ser madre es una aventura que nunca termina. Evoluciona y se reinventa.
- Omayra Jiménez
- 11 may
- 2 Min. de lectura
Este mes celebramos el Día de las Madres, y aunque el calendario nos lo recuerda solo una vez al año, todas sabemos que ser madre es un rol que se vive los 365 días, sin pausas ni horarios. Es amor incondicional, entrega diaria y una transformación constante del corazón.

Ser madre no es solo traer al mundo a un hijo; es aprender a soltar, a guiar, a equivocarse, a empezar de nuevo. Es dar sin medida y, a la vez, aprender a recibir. Es celebrar las primeras palabras, los logros, los fracasos y cada paso que nuestros hijos dan, incluso cuando ya no están bajo nuestro techo.
Hoy celebro a todas las mamás. A las que están criando, a las que cuidan nietos, a las que extrañan, a las que sueñan con volver a abrazar. Y también, a las que están comenzando este camino...
Como mi hija mayor, que es madre por primera vez. A ella, y a todas las primerizas, les digo: no existe una madre perfecta, pero sí una madre presente. Confíen en su intuición, escuchen a su cuerpo y no se olviden de ustedes mismas. El amor que le dan a su bebé empieza por el amor que se dan a sí mismas.
Hoy quiero compartir algunos tips para ti, mamá primeriza:
Duerme cuando puedas, no cuando “debas”.
No te sientas culpable por pedir ayuda. Ser mamá no significa hacerlo todo sola.
Date permiso para sentir. La maternidad es hermosa, pero también abrumadora.
Regálate unos minutos de silencio al día. Un té caliente, una ducha sin interrupciones, respirar profundo. Ese pequeño espacio te recarga.
Y a quienes ya hemos criado y vemos cómo nuestros hijos vuelan alto, nos toca reinventarnos. A veces, cuando la casa se queda en silencio, surge una pregunta incómoda: ¿Y ahora quién soy, si ya no me necesitan como antes?
La respuesta es hermosa: sigues siendo tú, pero con más sabiduría, más tiempo para ti, y más oportunidad de descubrirte.
Este es el momento para reconectar contigo: practicar el autocuidado, explorar el mindfulness, respetar tu ritmo, sobre todo si estás atravesando la menopausia.
Porque también ahí hay una transformación poderosa. El cuerpo cambia, sí. Pero también cambia la mirada, el alma, y el modo de amar la vida.
Hoy, celebremos ser madres con todo lo que eso implica. El desvelo, la paciencia, las risas, las dudas, los abrazos eternos. Celebremos también el camino propio, el redescubrimiento, y la libertad que viene con el tiempo.
A ti, mamá chula, mamá sabia, mamá amorosa, mamá cansada, mamá plena…
¡Feliz día! Que te reconozcas, que te honres, y que sigas celebrando cada versión de ti.
Con amor
Omayra
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